Allá por mayo del 2010 al señorito Zapatero lo tiraron del caballo los mandamases de la UE, mayormente Merkel y el ya ex Sarkozy, así como el mandamás del mundo mundial, un tal Obama. “Chico, tu país tiene una crisis galopante con peligro de muerte financiera y tú estás en la inopia”—vinieron a decirle en un español macarrónico. Así que le susurraron algunas cosas que podía hacer para arreglar/desarreglar el entuerto y allá que el señorito se fue al Congreso para anunciar unos cuantos recortes a los curritos de siempre: pensionistas, parados, autónomos, funcionarios… Lo habitual en estos casos. Cuando acabó de usar la podadora sus camaradas del banco psocialista se pusieron a aplaudir fervorosamente tal como si el jefe acabara de comunicar al país que regalaba a cada ciudadano mil euros para copichuelas. Aquel gesto tan feo, tan maleducado y tan sinvergonzón me causó un profundo dolor de muelas y me cisqué en aquella gente y en toda su dentadura durante bastante tiempo.
El otro día, ya en el glorioso 2012, volvió a ocurrir algo parecido sólo que algunos de los actores habían cambiado de papelón. Don Zapa ya no estaba (cultiva champiñones en el Consejo de Estado: los champiñones más caros del mundo a tenor de lo que cobra, más el sueldo de ex, más las conferencias privadas que da, etc) y en su lugar fruncía el ceño otro señorito: don Mariano. En la tribuna desgranó tal cantidad de recortes y de subidas de precios (IVA va, IVa viene) que los españolitos que lo escucharon se quedaron congelados, y eso que hacía 40 grados a la sombra en los mapas del tiempo. Los que pateaban e insultaban a ZP en aquella sesión congresual de 2010 ahora aprobaban con gesto complacido las medidas empobrecedoras que estaba anunciando su amado jefe. En la bancada psocialista ahora no había aplausos sino pateos, insultos y esos modales tan típicos y educados de nuestra clase politiqueril. También en esta ocasión, la bancada del partido gobernante aplaudió largamente la perorata tijerera del jefe. Como si lo que acababa de anunciar fuese otro regalito a la ciudadanía de mil eurillos para que se comprase chuches. Ni qué decir tiene que gesto tan mendaz y ruin me hizo mandarles a la porra y mentarles a toda su parentela. Por enésima vez.
Y es que nuestra tropa diputadil y politiquera es así de discreta, detallista, comprensiva y tal con la desgracia ajena. “Les recortamos el subsidio de desempleo, ji, ji, y encima lo vamos a aplaudir públicamente para que vean lo machotes y machotas que somos”. “Fuera la paga de navidá, capullos, y ved qué gracia nos hace: plas, plas, plas”. Quizás hubo algún diputante justo y sensato que se metió las manos en el trasero (justo donde ZP y Rajoy le metieron las suyas a la inmensa ciudadanía), pero si así ocurrió, poca vida política le queda al susodicho/a. Luego vinieron las excusas: “No, no aplaudimos los recortes, aplaudimos al jefe”. “Déjenlo, no lo empeoren más. Si quieren aplaudir al jefe se lo llevan a la cama y le hacen una fellatio o lo invitan a cenar percebes y ostras, pero delante de todas las televisiones y tras anunciar el empobrecimiento general de millones de personas, lo que corresponde es un silencio sepulcral, donde no se oiga ni una mosca cojonera. Respeto, aflicción, incluso alguna lagrimita. Muestren cierto respeto, aunque sea formalmente, hacia el personal de a pie, ese que les vota cada cuatro años para que luego ustedes les den la puñalada trapera de rigor”.
Aquí acabaría el Puñetas su desahogo verbal y escritural con estos cachondos del aplauso en pleno funeral si no fuera porque siempre hay alguien idiota que se sale del pésimo guión pero por la vía del exceso, de la sinvergonzonería más abyecta. En esta ocasión correspondió el numerito a una hija de papá llamada Fabra, la cual soltó un sonoro “¡que se jodan!” cuando el jefe, tijeras en mano, mandaba aún más a la pobreza a los que tienen la enorme suerte de estar en el paro. La doña, hija de un presunto corrupto de tomo y lomo que ya figura en el libro de los records Guinnes por haber impulsado un aeropuerto en donde lo más vistoso que hay no son los aviones (ni uno ha aparecido por allí) sino su propia estatua, de 25 metros de altura y 300.000 euros de anchura. No logro entender a estas alturas de la mangancia y arrogancia cómo los castellonenses no han acudido en masa al aeropuerto nonato para abatir la dichosa estatua. Si otras más altas cayeron (Lenin, Stalin, Franco, Sadam Hussein…), no sé porqué la de este chiquilicuatre sigue todavía ahí, insultando la memoria y el bolsillo de los ciudadanos honrados.
Por el momento la hija del constructor de aeropuertos fallidos sólo ha sacado los pies del plato con su famoso “que se jodan”, dirigido –según ella- a la bancada psocialista y no a los parados, que como todo el mundo sabe, cobran el desempleo por toda la cara y luego se van a hacer chapuzas en sus horas libres (más o menos lo que hacen los expresidentes del gobierno de España). Si esta señora dice verdad habría que mandarla al cole para que aprenda correctamente a hablar. Si el insulto lo dirigía a los gritones y cínicos psocialistas que estaban al lado suyo, lo natural era decirles “joderos”, en presente de indicativo del verbo “joder”, no en esa forma impersonal del “que se jodan” que demuestra que se refería a gente ajena a la cámara diputadina. Además, las imágenes, como el algodón, no engañan. El video es elocuentísimo, salvo que esta doña pretenda tomar al respetable por imbécil, cosa que de ninguna manera estamos dispuestos a consentir. Si no sabe hablar –qué menos en un “representante” del “pueblo”- que haga un curso de reciclaje en sus horas libres (casi todas), y si sabe hablar que lo haga también pues ese “que se jodan” –en la casa del pueblo, según rezan los tópicos- demuestra poca finura, nula elegancia y un piquito de arrabalera que no se lo salta un galgo. Aquí vendría muy bien el refrán “de tal palo tal astilla” pero aunque las influencias de papi habrán hecho que la hija mal hablada esté donde está, ya tiene el hombre bastante con lo que tiene (acusaciones de tráfico de influencias, evasión fiscal, cohecho… y abuso de poder: en nueve ocasiones le tocó la lotería). Sí que viene al pelo el de “todos los tontos tienen suerte” aunque, para desgracia del refrán, el padre de la señora Fabra no tiene un pelo de tonto sino una auténtica pelambrera de listo, que es como aquí en España se llama a los que viven de escándalo sin dar un palo al agua, llevándoselo de paso bien calentito.
En fin, que la doña Fabra ha montado un pifostio del carajo con su “que se jodan”. ¡En qué estaría pensando la hija de papi! Eso sólo lo sabe su señoría pero, como dice su señor padre que en ella “destacan sus valores, su ética y su responsabilidad social”, no nos queda más remedio que –sabiendo de qué pie ha cojeado el susodicho- asumir que en estos tiempos revueltos y cochambrosos la ética, los valores y tal y cual andan por los suelos. Qué digo: por las alcantarillas.
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